sábado, 28 de junio de 2014

¡Y ya va el primero!


Dicen que la sensación de que el tiempo pasa volando es consecuencia del envejecimiento, pero nosotros seguimos pensando que es señal de bienestar.

Un año ha pasado. Hace justo un año que nos subíamos a un avión con nuestras maletas cargaditas de miedo y de ilusión, el mismo día que tuvimos que dejar en el aeropuerto a más de uno con los ojitos llorosos y más que preocupado. 
Si ese día nos hubieran contado cómo estaríamos por estas fechas, la de malos ratos, noches en vela y nervios que nos habríamos ahorrado. Hemos superado la prueba, ya sí lo podemos decir. 

Desde que llegamos no ha pasado ni un solo día en el que no hayamos aprendido algo nuevo. Hemos aprendido a vivir sin nuestras cosas imprescindibles, a tener que hacer una casita bien lejos de la nuestra, a tener que pasar mil y un aprietos por culpa del idioma, a no comprarle el pan a Pepe el de la esquina ni el tabaco a Juan el de enfrente. ¡A echar de menos y saber llevarlo! 

Hemos trabajado mucho este año pero también lo hemos disfrutado. Hemos descubierto que hay sitios preciosos en este país y que cualquier momento es bueno para seguir viajando, hemos sido capaces de disfrutar el más mínimo rayito de sol que se haya dejado ver y hemos conocido a gente que nos ha ayudado a llegar hasta aquí. 

Estar lejos de casa tampoco ha sido fácil; desear con todas tus fuerzas poder teletransportarte aunque sea solo un ratito y no conseguirlo, sentir impotencia de no poder estar donde se quiere estar en algunos momentos muy tristes o no poder compartir otros alegres. Las primeras navidades lejos, el primer San Juan de alguno sin poder mojar los piececillos en el mar, cumpleaños diferentes y muchos abrazos sin dar. 

¡Menos mal que no han parado de ayudarnos a aliviar esa morriña! En un año hemos tenido un montón de visitas deseadas, aunque aún nos faltan unas cuantas. 
Los primeros valientes fueron Antonio y Eli, que vinieron a buscar a Nessie y a enterarse de lo que era pasar frio de verdad. Después vinieron Juan y Cristina y pasó lo que pasó… cayeron rendidos a los encantos de Edimburgo y en dos meses los tendremos aquí viviendo con nosotros. Los siguientes fueron Alex y Maika, ellos nos ayudaron a pasar unas navidades menos tristes e hicieron que Juanra tuviera ocasión para ponerse el kilt y empezar el año como buen escocés. 

Y por supuesto los papis. Ellos sí que llegaron con ganitas de correr por los pasillos del aeropuerto para ver por fin a sus niños. Volar con Ryanair no parecía tanta locura esta vez... ¡¡Primera prueba que tenían que superar!! . En contra de todo pronóstico y a pesar de las cuestas, fresquito, paseos y madrugones programados se portaron muy bien y lo disfrutaron tanto como nosotros. ¡Otra cosa es que vuelvan! 

Con todos ellos hemos podido compartir los rinconcitos que más nos gustan de Edimburgo y descubrir otros tantos, contar cosas nuevas que hemos aprendido y demostrar que no nos quejamos de la comida y del frío por gusto. También sabemos que más de una se volvió mucho más tranquila a su casa sabiendo dónde y cómo estaban sus “pollitos”. 
Otro remedio para la nostalgia han sido los paquetes mágicos que nunca nos han faltado. ¡¡Mmmmmm!! ¡Qué ilusión estar esperando al hombre que trae cajas llenas de jamón, cosas ricas y sorpresas!

Por eso hemos decidido que mientras las visitas sigan llegando, el hombre de las cajas venga de vez en cuando y a nosotros se nos sigan escapando sonrisas sin explicación, vamos a seguir aquí. Y el tiempo que vaya lo rápido que quiera.

lunes, 9 de septiembre de 2013

The winter is coming!

Siiiií, ¡ya sabemos que llevamos mucho tiempo sin escribir y que esto no puede ser! ¡Pero con tanto cambio y tanta tareíta ha sido imposible! Así que ahora vamos a intentar arreglarlo un poco, aunque ya lo del orden cronológico..¡a saber!

Y después de celebrar que tenía trabajo nos tocaba buscar casa, pasar el festival, empezar a trabajar, seguir buscando trabajo para Juanra, aprender inglés...

Empezaba el temido festival de Edimburgo, un festival que dura un mes enterito, que triplica la población y que termina convirtiéndose en una locura. Así que si venía tanta gente significaba que menos techos posibles había para nosotros. 27 de julio, 28 de julio, 29 de julio y nosotros seguíamos sin casa y sin opción de irnos a ningún hostel ya que hasta el más asquerosito y pordiosero de la ciudad estaba completo. Con la ayuda de Clara, la landlady del piso en el que estábamos, conseguimos encontrar una habitación para pasar el mes de agosto.
Nos fuimos a vivir un poquillo más lejos y compartimos casa con una pareja de polacos y un cocinero español. Un piso normalito, no con mucho encanto.

Yo me iba a trabajar todos los días y el pobrecito se quedaba buscando trabajo y estudiando inglés hasta queeee....¡yuju! ¡Juanrilla empieza a trabajar! Lo llaman para hacer una entrevista en un restaurante que iban a abrir en un hotel y como el encargado hablaba español y el gordito lleva escrito en la frente que es muy trabajador pues todo salió muy bien. Así que corriendo fue a comprarse su delantal para hacer una prueba, una pruebecilla de 9 horas que superó con éxito. Así que desde ese día empezó a trabajar como kitchenporter (lo buscáis en el diccionario. Una pista; hacen falta guantes), teniendo que madrugar unos días más que otros.

Pues el mes de agosto iba pasando, yo cumplí un año más, y entre salida y salida para ver cosas del festival seguíamos buscando casa.
Del festival podemos decir que no hay tiempo para aburrirse, muchisimas actuaciones en la calle, en todos los bares, iglesias, teatros... muuuuucha gente y muuuucho trabajo que no nos dejó tiempo para ver demasiado.
Estando los dos trabajando aún menos tiempo para ir a ver casas, así que ya sabéis a que dedicábamos nuestros días libres. Pues para no variar, finales de mes y seguíamos sin nada. Millones de e-mails, de anuncios, de visitas fracasadas... hasta que fuimos a visitar la última opción que nos quedaba. Una hermosa casa de la época victoriana situada en el corazón de Edimburgo (sí, cosecha de Juan Ramón).
¡Tenemos casa! ¡Y una casa preciosa! Veníamos acostumbrados a vivir en espacios reducidos, tuvimos un intenso entrenamiento de 2 años, así que esto es enorme. Una casa de dos plantas, a 5 minutos de nuestros trabajos, con una cocina que parece de familia, un jardín y barbacoa para nosotros, tres baños, salón (eso aquí es rarísimo) y una habitación muy amplia. ¡Lista para recibir visitas! Así que ahora ya si que nos deberíamos ir sintiendo como en casa.
Tenemos motivos para estar contentos, ya tenemos trabajo, casa...peeeeero,¡está empezando a hacer un frío que pa´ que! Aquí el invierno llega prontito, ya algún día que otro hemos tenido que poner la calefacción y abrir las ventanas lo justo para que no huela a animalito. ¡Qué será de nosotros en un par de meses!

Y en todo este tiempo hemos hecho poco más, ¡aunque siempre queda algo de tiempo para seguir visitando cosas!

¡Ah! y ya estamos pendientes de recibir dos visitas. En noviembre vienen Antonio y Eli a pasar una semanita con nosotros para quitarse la pena y en nochebuena vienen Alex, Maika e Isra (por ahora) a pasar las navidades aquí  para que no nos muramos de tristeza. Nuestras madres parece ser que no nos echan tanto de menos...¿O es que será sorpresa?
Otra cosilla...como ya tenemos casa, dirección fija y puerta que abrirle al mensajero, ya podemos recibir cositas que aquí no hay y allí si...ejem, ejem. ¡Y a los visitantes ya les estamos preparando la lista de la compra!

Pues ea, ya es suficiente. Nos vamos a dormir que mañana vamos de excursión. ¡Ya os contaremos!
¡Abracitos tiernos!

¡Y hemos actualizado el mapa!
Trabajo Juanra

Inverleith Park

Dean Village


Royal Botanic Garden